miércoles, 1 de octubre de 2014

Publicado en Universo Gaditano el 14 de enero de 2014. 

Naftalina.



Hace un par de días escuchábamos al portavoz del grupo socialista en el Ayuntamiento, Fran González, solicitar, una vez más, una ‘Mesa por el Empleo’ especial para Cádiz. Poco después, afirmaba con gran rotundidad y un rictus que le hacían parecer incluso sincero que “Frente a viejas políticas, lo que hace falta en Cádiz son otras nuevas que acaben con la decadencia, la demagogia y el olor a naftalina reinantes en el equipo de Gobierno”; y seguidamente, haciendo gala de idéntica solemnidad, exigía “Que la alcaldesa rompa así con su habitual seguidísimo hacia políticas de su partido contrarias a los intereses de la ciudad”.
Decepcionan y asombran un poco estas palabras y acusaciones por parte del joven Secretario General del PSOE en Cádiz. Quizás, debido a su lozanía vital y política, los rigores del invierno hayan atrofiado temporalmente sus capacidades olfativas, y por ello sólo detecta el olor a naftalina en la plaza de San Juan de Dios, quedando fuera del alcance de su pituitaria la delegación de Gobierno de la Junta en Cádiz y por ende, el propio gobierno <utonómico.
Otra posibilidad es que el intenso olor del producto que nuestras abuelas utilizaban para guardar la ropa ‘a salvo’ de las polillas, sea tan intenso en la plaza de San Antonio y la calle Ancha, que la brisa procedente  de la reciente apertura de los hermosos ventanales, resultantes de la gravosa remodelación de la sede socialista, no haya podido todavía eliminar ese desagradable tufo de los sillones de la misma, ocupados hasta hace bien poco por ‘Chiqui’ y su camarilla.
Esta hipótesis, aunque posible,  parece menos creíble, ya que Pérez Peralta, González Cabaña y compañía, siempre tomaron medidas para no quedar impregnados de tan irritante olor. Como buenos políticos, cercanos a la sociedad más humilde y sus costumbres, sabían que el aire fresco era la mejor manera para eliminar el olor a naftalina. Probablemente, por ello, aplicaron siempre a rajatabla la norma de ventilar todo lo posible en ferias, verbenas y actos similares.  
El olor a naftalina se ha convertido en una de las frases favoritas en el limitado vocabulario de nuestra clase política, quienes recurren habitualmente a ella cuando quieren acusar a sus oponentes de acomodados, anticuados o inmovilistas.
Es por eso que resulta un tanto preocupante que PP y PSOE se enzarcen en polémicas y discusiones estériles por si es necesario o no proponer ‘Mesas de empleo’, ‘Grupos de trabajo’, ‘Comisiones de estudio’ o como quieran llamarlas, porque al fin y al cabo, no dejan de ser el mismo perro con otro collar.
La realidad es que tanto en Cádiz capital como en el resto de la Bahía estamos  acostumbrados a escuchar este tipo de iniciativas y a ver como siempre quedan en agua de borrajas. Que se lo pregunten a los trabajadores de Delphi, o a los que esperaban como agua de mayo que el ‘Proyecto de las Aletas’ ayudase a paliar, al menos en parte, la crítica situación del mercado laboral que padece este viejo y olvidado rincón. También pueden consultar a los empleados de los diferentes astilleros que contemplan como día a día languidecen sus esperanzas, o al pequeño comerciante que se ve obligado a echar el cierre ante la eterna promesa de una ayuda que no llega.  
Lo cierto es que ningún Gobierno Central (del color que fuera), ha conseguido evitar la caída sin frenos del sector industrial y económico de la Bahía. Y lo que es peor, que a la Junta de Andalucía (que es quien cuenta con la mayoría de las competencias y medios para revitalizar la zona), sólo le ha importado esta lamentable situación y ha reivindicado ayudas e inversiones durante los gobiernos populares de Aznar y Rajoy, mientras calló cobardemente en las etapas de González y Zapatero.
 Y quien quiera un ejemplo, ahí tienen la otrora famosa ‘Deuda Histórica’ con Andalucía. Después de exigir a gritos el pago inmediato de cantidades cifradas hasta en 4.000 millones de euros durante los ocho años de gobierno de Aznar, bastaron unos pocos meses para aceptar un cobro diferido y no líquido de 784 millones, que se conmutarían por solares o propiedades por un valor equivalente. Lo que es decir: ni un duro.
Señor González (Fran), es usted dirigente de un partido que ha gobernado España durante 22 años y que es el único que, desde 1982 (año de su fundación), ha presidido la Junta de Andalucía; 32 años consecutivos. Al final, no me queda otra que darle la razón: existe un profundo olor a naftalina en nuestras instituciones de gobierno y en nuestras fuerzas políticas.
Pero, ni la naftalina, es capaz de evitar el deterioro de las prendas cuando se abandonan en un cajón durante más de 30 años sin que nadie se preocupe por ellas.

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