Publicado el 23 de octubre de 2013 en Universo Gaditano.
Cádiz, ciudad sin memoria.
Todos los gaditanos hemos crecido escuchando a nuestros mayores decir
que Cádiz es, con mucho, la ciudad más antigua de Occidente, llegando a
cifrarse en 3.000 sus años de existencia. 30 siglos de historia en los
que la ‘Tacita de Plata’ ha vivido todas las situaciones posibles, desde
la pretérita bonanza hasta la lenta pero inexorable decadencia que
viene padeciendo desde hace algo más de un siglo.
Seguramente, esta avanzada edad guardará relación con la escasa
memoria que la ciudad fundada por Hércules viene exhibiendo desde hace
años; se ve que la cuna del comercio con los fenicios no es inmune a
los efectos de la demencia senil.
Prefiero pensar de esta ilusa manera, antes que dar por sentado lo
que realmente parece evidente: que el gaditano, es un pueblo caprichoso y
egoísta, que exprime mientras puede lo mejor de sus habitantes, para
luego condenarlos al olvido y al más absoluto e injusto de los
ostracismos, negándoles el justo reconocimiento que merece su labor. Son
muchos los casos que puedo citar, pero hoy quiero centrarme en uno de
los más injustos y clamorosos de cuantos conozco: José Manuel García
Gómez, poeta y escritor, fundador del Colegio Argantonio y prohombre de
las letras y la cultura gaditana durante los años más difíciles de
nuestro pasado reciente.
García Gómez tomó la bandera de la diversidad cultural en Cádiz a
mediados del siglo pasado, cuando corrían tiempos oscuros para toda
aquella manifestación artística que no contara con el beneplácito de la
corriente ‘oficialista’ de la literatura, enormemente influenciada y
controlada por José María Pemán. Contra viento y marea, acompañado tan
sólo de unos pocos afines, pero con el inagotable ímpetu que siempre le
caracterizó y que impulsa a los que defienden la libertad, ejerció una
impagable labor, quizás más callada, pero también más profunda que la de
otros que actuaban a base de golpes de pecho y buscando la ‘palmadita
en la espalda’. La plasmación material de estos esfuerzos llegó con la
aparición, allá por los años 50, de la revista ‘Caleta. Literatura y
Pensamiento’, por cuyas hojas desfilaron grandes firmas del panorama
internacional y que le llevó a forjar grandes lazos con muchos de los
grandes de la literatura hispanoamericana.
Además de su labor en pos de la defensa de Cultura en Cádiz, no se puede pasar por alto su relación con 'El Arco de la Rosa', cuya demolición evitó con una férrea oposición a la postura oficial.
Junto a su esposa Catalina Gil, baluarte y apoyo imprescindible en su
obra, y con el empeño de continuar acercando el conocimiento y la
formación a todos los gaditanos, fundó en 1970 el Colegio Argantonio,
primer centro privado mixto de Cádiz, convertido hoy en referente del
mundo de las letras y la educación universal.
Dentro de pocos meses se cumplirán dos décadas de ausencia de José
Manuel García Gómez. Dos décadas en las que tan sólo el empeño de su
familia y sus más allegados han impedido que el paso del tiempo difumine
con su niebla la existencia y la obra de este poeta y escritor
gaditano.
Creo que sería de justicia que cuando se cumpla el vigésimo aniversario
de su fallecimiento, el nomenclátor de esta ciudad sin memoria llamada
Cádiz, incluyera una entrada denominada “Calle Poeta José Manuel García
Gómez”, aunque llegue con 20 años de retraso.